domingo, 19 de enero de 2014

Juan Ramón Jiménez



Os dejos algunos poemas y una breve biografía de este gran poeta, conocido sobre todo por su obra Platero y yo .

Juan Ramón Jiménez Mantecón. (Moguer, Huelva, 23 de diciembre de 1881 – San Juan, Puerto Rico, 29 de mayo de 1958). Poeta español y premio Nobel de Literatura.
Estudia en la Universidad de Sevilla, pero abandona Derecho y Pintura para dedicarse a la literatura influenciado por Rubén Darío y los simbolistas franceses. Tiene varias crisis de neurosis depresiva y permanece ingresado en Francia y en Madrid. En esta ciudad se instala definitivamente; realiza viajes a Francia y a Estados Unidos, donde se casa en 1916 con Zenobia Camprubí. En 1936, al estallar la Guerra Civil española, se exilia a Estados Unidos, Cuba y Puerto Rico. En este último país recibe la noticia de la concesión del Premio Nobel de Literatura en 1956. 


Es prototipo del poeta consagrado enteramente a su obra, que dedica “A la minoría, siempre”, por su dificultad creciente a lo largo de las distintas etapas en que se divide. Su poesía se caracteriza por su sed de belleza, sed de conocimiento y sed de eternidad.


En su trayectoria poética podemos distinguir varias etapas, que él mismo explica en el siguiente poema:

Vino, primero, pura, vestida de inocencia.
Y la amé como un niño.

Luego se fue vistiendo
de no sé qué ropajes.
y la fui odiando sin saberlo.

Llegó a ser una reina,
fastuosa de tesoros...
¡Qué iracundia de yel y sin sentido!

...Mas se fue desnudando. Y yo le sonreía.
Se quedó con la túnica de su inocencia antigua. Creí de nuevo en ella.
Y se quitó la túnica,
y apareció desnuda toda... ¡Oh pasión de mi vida, poesía desnuda, mía para siempre!
(Eternidades


Según estos versos, su trayectoria se puede resumir en:

-Poesía sencilla, inocente, en sus comienzos (1898), con influencia de Bécquer:  Arias tristes, Baladas de primavera. Sencillez de formas, sentimientos de soledad, melancolía, el paso del tiempo, la muerte, contemplados desde un intimismo simbolista, con ciertas notas modernistas. Son versos octosílabos con rima asonante, lenguaje sobrio y musicalidad tenue.


-Etapa modernista (1908-1915):  Baladas de primavera, La soledad sonora, Sonetos espirituales, Platero y yo. Se caracteriza por la utilización del color, la adjetivación brillante, los versos largos (alejandrinos) y el intimísimo.


EL VIAJE DEFINITIVO
... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
 cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol 

y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
 y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,

 mi espíritu errará, nostáljico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol 
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.

(Poemas agrestes, 1910-11)

-Etapa de depuración progresiva: Estío, Diario de un poeta recién casado, Eternidades, Piedra y La estación total. Supresión de lo ornamental, octosílabos, asonancias o rima libre, poemas breves, concentración conceptual y emotiva. Su dificultad va creciendo, buscando penetrar en la realidad (“etapa intelectual” la llamó el autor). Él mismo define su concepto de sencillez: “Lo conseguido con menos elementos; es decir, lo neto, lo apuntado, lo sintético, lo justo. Por lo tanto, una poesía puede ser sencilla y complicada a un tiempo”. Su ideal aparece en este poema: 


SOLEDAD
En ti estás todo, mar, y sin embargo,
 ¡qué sin ti estás, qué solo,
qué lejos, siempre, de ti mismo! 

Abierto en mil heridas, cada instante,
 cual mi frente,
tus olas van, como mis pensamientos, 
y vienen, van y vienen,
besándose, apartándose,
en un eterno conocerse,

mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late, y no lo s
iente... 
¡Qué plenitud de soledad, mar solo! 

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!

...Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente.

Que por mí vayan todos
los que no las conocen, a las cosas...

¡Intelijencia, dame
el nombre exacto, y tuyo,
y suyo, y mío, de las cosas!

(Eternidades


-Etapa final, poesía desnuda, definitivamente depurada, llamada por el poeta etapa “suficiente” o “verdadera”. Comprende desde su exilio en América (1936) hasta su muerte (1958): En el otro costado y Dios deseado y deseante. Aparece un anhelo de Dios identificado con la Belleza y la conciencia creadora. Son versos libres, escritos con un lenguaje hermético, concentrado y muy difícil.

El dios es siempre al fin,
el dios creado y recreado y recreado
por gracia y sin esfuerzo.
El Dios. El nombre conseguido de los nombres.



ESPACIO
“Los dioses no tuvieron más sustancia que la que tengo yo.” Yo tengo, como ellos, la sustancia de todo lo vivido y de todo lo porvenir. No soy presente solo, sino fuga raudal de cabo a fin. Y lo que veo, a un lado y otro, en esta fuga (rosas, restos de alas, sombra y luz) es solo mío, recuerdo y ansia míos, presentimiento, olvido. ¿Quién sabe más que yo, quién, qué hombre o qué dios puede, ha podido, podrá decirme a mí qué es mi vida y mi muerte, qué no es? Si hay quien lo sabe, yo lo sé más que ése, y si quien lo ignora, más que ése lo ignoro. Lucha entre este ignorar y este saber es mi vida, su vida, y es la vida. Pasan vientos como pájaros, pájaros igual que flores, flores, soles y lunas, lunas soles como yo, como almas, como cuerpos, cuerpos como la muerte y la resurrección; como dioses. Y soy un dios sin espada, sin nada de lo que hacen los hombres con su ciencia; solo con lo que es producto de lo vivo, lo que se cambia todo; sí, de fuego o de luz, luz. ¿Por qué comemos y bebemos otra cosa que luz o fuego? Como yo ye nacido en el sol, y del sol he venido aquí a la sombra, ¿soy de sol, como el sol alumbro?, y mi nostaljia, como la de la luna, es haber sido sol de un sol un día y reflejarlo solo ahora. Pasa el iris cantando como canto yo. Adiós, iris, iris, volveremos a vernos, que el amor es uno y solo y vuelve cada día.

LA TRANSPARENCIA, DIOS, LA TRANSPARENCIA
Dios del venir, te siento entre mis manos, 
aquí estás enredado conmigo, en lucha hermosa 
de amor, lo mismo
que un fuego con su aire.

No eres mi redentor, ni eres mi ejemplo,
 ni mi padre, ni mi hijo, ni mi hermano; 
eres igual y uno, eres distinto y todo;
eres dios de lo hermoso conseguido,

 conciencia mía de lo hermoso.
Yo nada tengo que purgar. 

Su búsqueda de la Belleza y de lo Absoluto sirvió de modelo a los componentes de la Generación del 27 y a otros muchos poetas posteriores.


NOTA.- Respetaremos, como es habitual, la particular ortografía de Juan Ramón Jiménez: escribir j cuando la g tiene este sonido, s en lugar de x si no es intervocálica y reducción de algunos grupos consonánticos (conciente).











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